“Cuidado con estas calorías”: la advertencia de este nutricionista y entrenador a la hora de perder peso

El déficit calórico es fundamental para adelgazar, pero a menudo descuidamos las calorías líquidas que tomamos sin darnos cuenta

Adelgazar
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Adelgazar es un proceso complejo en el que intervienen muchos factores y debe adaptarse a las circunstancias de cada individuo. Pero siempre debe producirse un déficit calórico para perder peso: quemar más calorías de las que se ingieren, es decir, equilibrar el balance energético. La teoría es simple, el problema llega en la práctica, pues no es tan fácil tomar conciencia de lo que realmente estamos comiendo. O bebiendo.

Porque, como bien recuerda el entrenador personal y nutricionista Juan Antonio Martín, divulgador de nutrición y ejercicio físico en sus redes sociales, las calorías líquidas son un peligro potencial en cualquier proceso de pérdida de peso. Que no se mastiquen no quiere decir que puedan aportar muchas calorías, a menudo poco nutritivas, y con mucha frecuencia no nos damos cuenta de las cantidades que ingerimos.

Bebidas

Un ejemplo muy claro son las bebidas azucaradas, refrescos, zumos, néctares y demás; incluso una inocente bebida de café o de té, sea frío o caliente, puede aportarnos varios cientos de calorías, como podemos comprobar con la información nutricional de la carta de bebidas de Starbucks. El alcohol también es muy calórico y muchas veces no lo contabilizamos como tal, pensando que importante es evitar las patatas fritas o las tapitas que lo suelen acompañar. Si hablamos de cócteles con destilados, zumos y siropes, las calorías vacías se triplican. “Además”, señala Martín, “el alcohol ralentiza el metabolismo y puede abrir el apetito. Si vas a beber, elige opciones ligeras y controla las cantidades”.

Un zumo 100% natural es más sano que un refresco y aporta vitaminas y minerales, y algo de fibra si incluimos pulpa, pero nunca sustituirá a una pieza de fruta entera. Su efecto es similar a un refresco o una bebida isotónica deportiva, un nada desdeñable aporte de calorías que, en su mayoría, asimilamos en forma de azúcar. Es energía rápida, pero si no la gastamos se acumulará en forma de grasa y dificulta la pérdida de peso.

Otro líquido sobre el que Martín pone el foco es el aceite de oliva. Uno de los alimentos más saludables del mundo, sí, pero también muy calórico. Recordemos que es pura grasa, por muy sana que sea; si regamos o bañamos la ensalada o las verduras en aceite, o si la fritura es incorrecta y los alimentos absorben mucho aceite, podemos duplicar o triplicar las calorías de nuestra comida casi sin darnos cuenta. Que algo sea, a priori, saludable y nutritivo, no quiere decir que tengamos carta blanca para tomar todo lo que queramos.

“El truco”, indica el experto, “está en hacer elecciones inteligentes”. No perder de vista todo lo que ingerimos, sea masticable o no, y controlar y limitar al máximo la ingesta de bebidas azucaradas y el alcohol. Las calorías líquidas también son calorías.

Imágenes | Freepik

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