"Nunca será suficiente": Betanzos premia a Dolores Vázquez 25 años después de su injusta condena
Errores policiales, judiciales y prejuicios la condenaron sin pruebas. El Estado ni se disculpó ni pagó. Su pueblo natal, Betanzos, rinde homenaje a "Loli". "Con este pequeño homenaje queremos resarcirla de lo que sufrió"
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Fue un error del sistema tan tremendo que, 25 años después, todavía retumba. Dolores Vázquez Mosquera pasó 519 días en la cárcel acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof en 1999. Fue detenida, juzgada y condenada en 2001 por un jurado popular sin más pruebas que algunas conjeturas y algunas contradicciones. El Estado ni se disculpó ni la indemnizó y el Tribunal Supremo rechazó su demanda por 4 millones de euros y no recibió nada.
Veinte años después, rompió su silencio radical para participar en un documental de HBO, y contar su verdad. Esquivó los platós -y suculentas ofertas- y regresó al anonimato para llevar una vida discreta y modesta de vuelta a su pueblo natal: Betanzos (A Coruña), donde la conocen como Loli.
Es una vecina más entre los 13.000 de un pueblo por el que atraviesa el Camino Inglés a Compostela. Hoy tiene 73 años y la desconfianza sistémica enraizada en el alma. Vive en un pequeño apartamento del casco urbano que compró tras vender su casa de Málaga y con una paga exigua. Reacia a los medios. Suspicaz y recelosa por acumulación, trata de pasar desapercibida, aunque su rostro es todavía reconocible para muchos transeúntes por la plaza Irmáns García Naveira.
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“Suele venir todos los fines de semana a tomar café con una gente, pero nadie la molesta ni ella molesta a nadie”, cuenta un camarero con el que tiene trato. En su pueblo cierran filas para preservar su intimidad. "Aquello pasó y bastante tuvo ella", comentan.
"Nunca será suficiente"
Este domingo 23, el Ayuntamiento de Betanzos le hace un reconocimiento público con motivo del 8-M con la entrega del XVII galardón Úrsula Meléndez de Texeda, que recibirá de manos de su alcaldesa, María Barral (PSOE). Fue una propuesta del grupo socialista refrendada por unanimidad por el resto de formaciones (PP, BNG y no adscritos).
“Un proceso judicial injusto -con 17 meses de prisión hasta que se demostró su inocencia- y otro juicio mediático paralelo le destrozaron la vida”, subrayan desde el Consistorio. “Con este pequeño homenaje queremos resarcirla de lo que sufrió, aunque nunca será suficiente”, destaca la regidora.
"Con este pequeño homenaje queremos resarcirla pero nunca será suficiente"
“Nadie le va a devolver las penurias que pasó ni todo lo que perdió, pero que al menos sirva para reconocer lo injusta que la sociedad fue con ella y, de forma simbólica, que ayude a reparar el daño sufrido”, expone el Consistorio. “Fue una injusticia y, pasados los años, tiene que servir para hacer reflexionar a mucha gente”, concluye Barral.
El caso Wanninkhof-Carabantes
Sobre Dolores pesaron una cascada de errores policiales, judiciales, los prejuicios sociales que cuestionaban su aparente frialdad, su condición sexual y la presión mediática de un caso con epicentro en La Cala de Mijas que tuvo en vilo a toda España entre el 99 y el año 2000. "Asesina sin escrúpulos" o "Lesbiana perversa obsesionada con su expareja" son algunos de los titulares recurrentes de aquellos años durante el enjuiciamiento a Dolores Vázquez. Se la encasilló como la perfecta villana en una crucifixión televisada.
Cuatro años después, en 2003, otra joven de Málaga, Sonia Carabantes, desapareció de madrugada cuando regresaba a casa apurando el paso tras una noche de feria. Como Rocío. Manchas de sangre y un zapato extraviado en el camino. Como Rocío. Y otra vez, un cuerpo desnudo, abusado y golpeado con extrema violencia, arrojado en un descampado. Y al lado, una colilla de Royal Crown.
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El cigarro británico arrojado al suelo fue la pista que dio la vuelta al caso y condujo hasta Tony Alexander King, conocido como el estrangulador de Hollowoy, un psicópata ya condenado por agredir a varias mujeres en los ochenta y asesino en serie que pululaba libremente por la Costa del Sol. Su afición a esta marca de tabaco lo delató y el ADN lo condenó. Fue detenido y confesó. Su huella biológica era irrefutable.
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Hasta que llegó ese día, Dolores Vázquez, no se sacudió las sospechas, aunque la Justicia ya había anulado su condena -a 15 años y un día- por la falta de pruebas y ordenado repetir su juicio.
Con todo, ya había pasado 17 meses de su vida en prisión y su rostro estaba grabado en la retina de todo un país. Pasó de directora de hotel en la costa malagueña a sobrevivir con las prestaciones sociales, 415, 22 euros, puntualizó ella misma. En 2007 se refugió en Reino Unido, cerca de Londres, donde había crecido como hija de inmigrantes, buscando el anonimato junto a su hermana Elvira. Buscó trabajo en el norte y fue tirando a duras penas, relató. De Holloway, al norte de la capital británica, era el verdadero asesino. Una red perversa de coincidencias.
"Esperaba un perdón del Estado"
Dolores Vázquez tenía 40 años cuando fue encarcelada. No pudo retomar su carrera profesional y se frustró su deseo de ser madre. “Ya no tuve una vida normal. La desconfianza está ahí”, confesó.
“Siempre he pedido un perdón por parte de la Guardia Civil, del Ministerio del Interior, del fiscal. Que admitan que se han equivocado. ¿Qué les cuesta decírmelo, escribirlo?”, se lamentaba Dolores Vázquez al inicio del último capítulo del documental. “No me reconozco cuando dicen Dolores Vázquez. Es el nombre que me dieron como asesina de Rocío. Esa no soy yo. Yo soy Loli”.
Fue un error del sistema tan tremendo que, 25 años después, todavía retumba. Dolores Vázquez Mosquera pasó 519 días en la cárcel acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof en 1999. Fue detenida, juzgada y condenada en 2001 por un jurado popular sin más pruebas que algunas conjeturas y algunas contradicciones. El Estado ni se disculpó ni la indemnizó y el Tribunal Supremo rechazó su demanda por 4 millones de euros y no recibió nada.